sábado, 26 de febrero de 2022


(23-02-22) GETARIA (Museo Balenciaga-Bodega Gaintza Txakolina)

Con un tiempo primaveral y sin madrugar (9h 30´) salimos hacia Getaria, donde visitamos el Museo Balenciaga. En su interior estaba la exposición “La elegancia del sombrero”

Es la primera exposición internacional dedicada en exclusiva a los sombreros y tocados de Cristobal Balenciaga que se crearon en los departamentos de sombrerería de la Casa de alta costura en París y en Madrid, desde finales de los años 30 hasta el cierre de las Casas en el año 1968.

La muestra nace fruto de años de investigación conjunta de las colecciones de sombreros del Museo Cristóbal Balenciaga y del Museu del Disseny de Barcelona, instituciones que coproducen la muestra. 





   

Después de la visita tuvimos tiempo libre para visitar y callejear por las calles de Getaria.
El casco histórico de Getaria está situado sobre un cabo rocoso frente al monte San Antón.
En el centro del mismo, la iglesia de San Salvador, vigila desde las alturas las estrechas calles que nos conducen al puerto. Iglesia de San Salvador: Ubicada en el corazón del Casco Histórico de Getaria, este templo vasco fue construido entre los siglos XIV y XVIII. Tuvo que ser reconstruida en el siglo XIX debido a los daños ocasionados por las Guerras Carlistas. En su interior lo más curioso la inclinación de su suelo.

  

   


Por la tarde y para ahogar las penas, nos dirigimos a la Bodega Gaintza Txakolina, donde asistimos a una visita guiada por las viñas y a una degustación de sus vinos.

El txakoli es un vino con personalidad, bien distinto a otros que lo rodean y que puede compararse con algunos otros vinos denominados verdes, cuya existencia se reduce a unas pocas regiones europeas. La denominación de origen permite diversas variedades de uva para la elaboración del Txakoli de Getaria, pero existe una uva principal, la Hondarribi Zuri, seguida de su versión tinta, Hondarribi Beltz. En menor medida se utilizan Gros Manseng, Petit Courbu y Chardonnay entre otras.

Cuando le preguntaban al que elaboraba el txakoli la cantidad que había hecho, este contestaba por costumbre “Etxeko Ain”, es decir, lo justo para casa. De etxeko ain se pasó a etxekolain y tras los años acabó como txakoli.”

Terminada la visita y la degustación, pasamos por la tienda para comprar algunos de los productos degustados.




A la hora indicada regreso a Barakaldo



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