(22-11-19)
EXCURSION A LLEIDA
Para
evitar las madrugadas que hasta el día de hoy habíamos realizado en
las excursiones de fin de semana, esta vez, optamos por salir el
viernes después de comer (14h). La experiencia a resultado positiva,
ya que el viaje fue más tranquilo, llegando a tiempo para tener
tiempo libre hasta la hora de la cena. Lo único negativo fue que
Lleida tiene ambiente Europeo y que a partir de las 20h 30´ cierra
el comercio y no hay nadie por la calle, ni cafeterías donde pasar un
rato y eso que estábamos al lado de la Calle Mayor.
SABADO Después de desayunar nos dirigimos al Pueblo de Penelles.
El
pequeño pueblo de Penelles
(que
no llega ni a 500 habitantes), se ha convertido en todo un referente
estatal de
ruralart.
Pasear por sus escasas calles es como visitar un museo
de arte
callejero
al
aire libre
con una
pintura a base de sprays obra de alguno de los cincuenta grafiteros
que han estampado su firma en este municipio de la Lleida más
agrícola en tan solo un par de años.
Después
nos dirigimos a Agramunt,
donde visitamos el Museo del Turrón y Chocolate “Vicens” y
pudimos degustar sus turrones, chocolate y mistela. Un
viaje en el tiempo para conocer la historia del turrón y el
chocolate de Agramunt.
En la plaza de la Església encontramos la iglesia de Santa María, declarada Bien Cultural de Interés Nacional. Se comenzó a construir a finales del siglo XI y en ella se puede observar la transición del románico al gótico, en el XIII se edificó la portalada que está exquisitamente decorada con motivos variados: tracería, geométricos, monstruos fantásticos, figuras femeninas y de animales, etc. Debajo del templo hay un refugio antiaéreo construido durante la Guerra Civil que pudimos visitarlo.
Llegada la hora del almuerzo nos dirigimos al restaurante acordado, situado en las afueras del pueblo y donde nos dieron las uvas por la tardanza en darnos de comer,
Terminada
la comida, salimos hacia el Monasterio
de Poblet
Los
orígenes de este enclave se remontan al año 1149, cuando Ramon
Berenguer IV se lo entregó a los monjes de una abadía francesa. No
obstante, no fue hasta el siglo XIV cuando consiguió su máximo
esplendor, albergando más de 140 religiosos y convirtiéndose en
panteón real.
Bajo
la protección de reyes y nobles, el monasterio de Poblet se
convierte en centro neurálgico de la Cataluña medieval. Panteón
real durante la edad media, el conjunto se ha convertido en un
símbolo histórico y cultural donde vuelven a vivir los monjes
cistercienses.
Fue
el rey Pere IV el Ceremonioso (1319-1387) quien vinculó el
monasterio con la Corona de Aragón haciendo construir el panteón
real, que hasta entonces había estado en Santes
Creus.
Fijaron su sepultura en el panteón de Poblet Alfons I, su hijo Pere
I el Católico, Jaume I el Conquistador, Pere III y muchos de sus
sucesores.
Terminada la visita nos dirigimos a descubrir “Las Cuevas de L´espluga” Un mundo desconocido de rocas, conglomerados y estancias subterráneas donde en la prehistoria vivían diferentes comunidades primitivas. La visita guiada se ayuda de audiovisuales, gráficos, dibujos y representaciones de hábitats prehistóricos con figuras a tamaño real.
De
regreso al Hotel Real (Lleida), cena y alojamiento
DOMINGO
Después de desayunar nos dirigimos a visitar la Catedral de Lleida
“La Seu Vella y Castillo del Rey (La Suda)”. La
visita al conjunto monumental de la Seu Vella, permite disfrutar de
las magníficas vistas de la ciudad que ofrecen el Baluarte de la
"llengua de serp" o el Baluarte de la Reina.
Esta
singular catedral fue construida en un cerro desde donde se divisa,
no sólo la ciudad, sinó también gran parte de la comarca del
Segrià y la llanura de Lleida. Su construcción, iniciada en el año
1203, se prolongó durante más de dos siglos hasta que en 1431 se
finalizó el campanario. Según los historiadores, la Seu Vella se
construyó en el lugar donde se alzaba una mezquita musulmana, siendo
el primer maestro de obra Pere de Coma.
Del
interior del templo, destacan la escultura de las naves de gran
influencia toscana, tolosana y provenzal que supone una muestra de
los diferentes talleres que trabajaron en la obra a lo largo del
siglo XIII, así como se aprecian también restos de pintura mural
que corresponden a la época gótica.
El
campanario de la Seu Vella cuenta con un total de 7 campanas. Dos de
ellas, son de estilo gótico y fueron construidas en el s. XV, sus
nombres son Silvestra, que toca las horas, y Mónica, que toca los cuartos. Las otras 5 campanas son eléctricas, de mediados del siglo
XX, y su finalidad es esencialmente litúrgica. Sus nombres son:
Bárbara, Purísima, Crist, Marieta y Meuca.
También tuvimos la suerte de ver la recreación de la entrega de las llaves de
la ciudad en la conquista de la ciudad por los cristianos a los
moros.
La
conquista por parte de las tropas cristianas se produjo, después de
siete meses de asedio, en 1149 de la mano de los condes Ramón
Berenguer IV de Barcelona y Ermengol IV de Urgell, y los musulmanes
fueron expulsados extramuros de la ciudad.
Gracias
a la Carta
Dotationis Ecclesiae Ilerdensis
otorgada
al obispado por el conde Ramón Berenguer IV, el barrio de la Suda y
todas las mezquitas de la ciudad pasaron a ser propiedad de la nueva
diócesis.
Terminada
la visita bajamos a la ciudad, donde recorrimos los la calle Mayor y donde visitamos “El Palacio de la Paeria” que es la sede del gobierno municipal de la ciudad y
se sitúa en pleno Eje Comercial. La palabra "paer"
proviene del latín "patiari" que significa hombre de paz
y tiene su origen en el privilegio otorgado por el rey Jaime I en
1264.
Es
un edificio de doble fachada: la de estilo románico civil da a la
Plaza Paeria, y la otra, de estilo neoclásico y remodelación
neomedieval de 1929, al río Segre.
El
edificio fue construido a principios del siglo XII, y en 1383, los
propietarios, los Señores de Sanaüja, lo cedieron a la ciudad para
que éste se convirtiera en la sede del gobierno municipal.
En
1486 se reformaron los sótanos de la Paeria para crear una cárcel
con estancias separadas para hombres y mujeres. La Morra es el nombre
con que se conoce la cámara destinada a los reos condenados a
muerte. Los sillares de las paredes de la prisión recogen numerosos
graffitis de los siglos XVI o XVII, que representan la
crucifixión y llaves en señal de devoción religiosa y falta de
libertad.
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